DIOS, EL MUNDO, YO.



    Cada individuo tiene sus propias creencias, cada persona percibe e interpreta de manera diferente estas tres palabras: YO, DIOS, MUNDO. Algunas ni siquiera reconocen que estos términos se refieran a entes existentes. Estamos muy alejados de responder o explicar estos términos de una forma universal, y siempre lo estaremos. ¿Por qué? Simplemente por el hecho de que estos tres vocablos se han expuesto desde el seno de la subjetividad; así se trate desde una perspectiva científica, siempre habrá algo de subjetividad en los argumentos que quieran clarificar nuestras ideas, creencias y pensamientos sobre YO, DIOS, EL MUNDO.

    Por esta razón, en esta reflexión que se llevará a cabo, se intentará explicar desde una manera objetiva y casi imposible de alcanzar los términos antes expuestos;  se expondrán argumentos sustentados desde la pequeña mente (pero revoltosa) de una niña y/o joven de 16 años. Esto con el propósito de contribuir al desorden y controversia que este tópico genera en toda la atmósfera global.

    Empezando con el término famosamente discutido desde épocas muy lejanas, interpretado por muchos pero entendido completamente por ninguno; Dios, la palabra que ha causado polémica durante todos los siglos y cuya interpretación ha tenido como principal consecuencia la división de la humanidad. Al empezar con este vocablo se entiende que se debe pasar por él para llegar a los demás términos, debido a que personalmente la visión que tengo sobre Dios condiciona cómo interpreto y veo al mundo y al yo. Es claro que una persona que niega la existencia de Dios tendrá una visión muy diferente en cuestiones de metafísica a la que la mente autora de este texto tiene.

     Primer punto a tratar, ¿existe o no Dios? Con el fin de divulgar las creencias de esta "cabecita pensante", la respuesta a esta cuestión va a ser simple y concisa: sí. La mayoría de las personas piensan que por el hecho de afirmar la existencia de Dios, al mismo tiempo se cae en la religiosidad, se niega toda la ciencia y se llega a una filosofía arcaica y anticuada que no corresponde a una mente del siglo XXI. Pero esto no es más que producto de la imaginación de los críticos de las metafísicas espirituales, los que solo se guían por lo que ven, huelen, sienten, saborean, oyen, y prueban científicamente. No por afirmar la existencia de Dios me convierto automáticamente en una persona religiosa, simplemente apoyo a una metafísica que cree en un ser ideal más allá de lo real. Muchos de estos críticos de esta filosofía caen en contradicción; si creen en leyes físicas más allá de los sentidos que obran de una forma ideal en el universo, ¿por qué no abrirse a la posibilidad de la existencia de un Dios? Si aceptan que no existen verdades absolutas, ¿por qué algunos niegan rotundamente la existencia de Dios? Lo mismo sería válido para los que creen en la existencia de Dios, sin embargo la premisa de la que parto es Dios como única verdad absoluta; ya que Dios no forma parte de este mundo físico en donde todo es cuestionable, él no es cuestionable.

    Relacionado con esto, surge la inmensa duda de por qué tenemos un componente que nos diferencia de los demás seres, algo que nos hace más capaces metafísicamente hablando. Debe haber algo que explique esta peculiaridad que le ha permitido al ser humano buscar respuestas a preguntas tan trascendentales y complicadas. Aunque la naturaleza nos ha demostrado a lo largo del tiempo su espectacularidad, todavía queda una amplia incertidumbre en lo que se refiere a afirmar que la misma nos dotó de estas habilidades especiales; si la naturaleza nos dotó de estas por qué sólo a nosotros y por qué tuvo la capacidad de ungir la razón en nosotros si ella está formada por instintos viscerales, azar y espontaneidad.

      Abordando el tema del mundo, bajo mi perspectiva, el hecho de creer en la existencia de Dios conlleva a creer que el mundo existe. Pero, ¿qué es lo que concibo como mundo?,¿a qué llamo mundo? Mundo es un vocablo que al igual que la palabra Dios ha sido interpretado de infinitas formas. Para poder entender más la concepción que tengo sobre mundo, hay que aclarar que esta palabra no se va a tratar desde un aspecto cien por ciento físico. El mundo, definido como el conjunto de cosas que existen, una palabra que para muchos describe algo inexistente, para otros algo incuantificable, para otros algo infinito, para otros algo finito. Pero todas esas complicaciones y divisiones, desde mi perspectiva,  son apaciguadas al introducir en este debate a Dios. Al reconocer la existencia de Dios, al mismo tiempo afirmamos que Él es el creador de todas las cosas existentes, es decir el mundo.
      
         Sin embargo, para describir más concretamente lo que engloba la expresión "todo lo existente", debemos enterrar el concepto de que esta expresión se refiere exclusivamente a una realidad material, una realidad que podemos tocar con los dedos de nuestro entendimiento. Si podemos afirmar algo con certeza, es que los seres humanos conocemos menos de la mitad de lo que existe, y que estamos muy lejos de conocer absolutamente todo. Por ahora la concepción que tengo en mi cabeza sobre el mundo, es solo una sombra de lo que realmente podría llegar a ser. Si, el mundo es todo lo existente, pero, ¿qué es todo lo existente? Ahora bien, como se ha dicho anteriormente lo existente no es simplemente lo que vemos; las relaciones entre personas existen sin embargo no las vemos. Lo mismo pasa con los pensamientos individuales, son entes que a través de los sentidos no podemos percibir, pero que sabemos que existen. Como seres humanos, tenemos una capacidad muy limitada a la hora de conocer lo que existe, y al estar en el mundo real y no el ideal el conocimiento absoluto del mundo es una asíntota, una línea que jamás superaremos. A esto se le suma que el mundo no es estático, sino todo lo contrario. Por ejemplo, los seres humanos cambian constantemente de aspecto, pero también de ideologías y pensamientos; lo que hace cada vez más complicada la "lista que engloba al mundo".

         Nosotros también pertenecemos al conjunto de entes que conforman el mundo, yo pertenezco al mundo, ¿qué pertenece a mí?, o mejor dicho ¿de qué está formado mi yo? Soy un conjunto de células agrupadas para funcionar en armonía, células que solas no tienen sentido pero juntas hacen parte de un organismo que Dios ha dotado de conciencia. Sí, de conciencia, por que dentro de mí hay eso que se llama conciencia.  Muchos dicen que no existe y  hasta se burlan de su posible existencia, pero de no tener conciencia no estaría en este mismo momento escribiendo una disertación filosófica sobre qué considero que es mi yo, porque no sería consciente y no tendría conocimiento de lo que expresar mi opinión implica y por tanto no tendría una razón sólida para hacerlo ya que mis actos no tendrían importancia para mí misma.

       Es decir, terminaría siendo un robot al que le imponen las acciones que debe realizar no para su propio conocimiento sino para beneficio (o no) de los humanos; puedes poner a una máquina a operar una persona, si lo hace mal no siente culpa y no se ve afectado por sus actos porque no es consciente de lo que hizo, sin embargo un ser humano sí es consciente y sí es afectado por lo que sus actos puedan desencadenar. Por tanto, mi yo también se compone de todos los actos que he hecho desde que estoy en este mundo, todos los estímulos que he recibido desde ese mismo instante, todo lo que mis actos han desencadenado, todos los pensamientos que me han llevado a actuar como lo he hecho, todo lo que he recibido de los demás y todo lo que he rechazado. Pensar en un yo que solo se refiera a lo que me forma físicamente sería caer en un materialismo excesivo y erróneo.

        Soy un conjunto de emociones, todas guidas por el comando de las hormonas, pero al saber que lo que soy ha sido creado por Dios, por un Ser perfecto y supremo, todo se torna mucho más trascendental. Puedo ser todo lo que expuse anteriormente, sin embargo mi conciencia al ser "consciente" de haber sido creada por Dios, me lleva a creer que soy mucho más que simples células unidas, actos, estímulos, relaciones... Puede que esta tesis suene egocéntrica, que parezca que tengo una concepción de mi yo bastante elevada, que me creo demasiado importante. Pero como no creerme importante si tengo el privilegio de actuar desde el seno de la razón y no desde el seno del instinto, por ejemplo.

        Finalmente y luego de exponer los pensamientos de una joven con ínfulas de adulta, esta ha descubierto la satisfacción que plasmar pensamientos en palabras puede generar, y más si estas ideas contribuyen a la confusión, el desorden global que hay respecto a estos tres temas. Tres palabras difíciles de tratar, aún más difíciles de abordar y casi imposibles de explicar; aunque para esta pequeña mente todo empieza con una: Dios.       

    

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