REFLEXIÓN SOBRE ARTÍCULO DEL NEW YORK TIMES

ARTÍCULO DEL NEW YORK TIMES.
EL RENACIMIENTO DE LA ULTRADERECHA Y NUESTRA INDIFERENCIA.


   El ser humano necesita comenzar a dimensionar este crecimiento de la ultraderecha, todo lo que representa el retorno de los discursos de odio, y posterior la vuelta a los genocidios, regreso de las segregaciones raciales, culturales, sociales.


    Como muy bien lo dice este artículo, la nueva ultraderecha  crece exponencialmente, y su desarrollo está totalmente justificado. Entre mayor es la inutilidad de la derecha e izquierda en los países, mayor es la posibilidad de encontrarse con grupos fascistas camuflados por discursos algo tolerantes que apelan a la juventud y exaltación de la nación. Entre mayor es la ineficacia de las instituciones democráticas de gobiernos de derecha o izquierda, mayor es el disgusto del pueblo. La gente está cansada de ver cómo la corrupción corrompe todas las instituciones, de cómo los políticos roban sin escrúpulos; y ahí es cuando llega la ultraderecha a presentar “alternativas”. Un claro ejemplo es la xenofobia que los grupos identitarios han tratado de esconder bajo obras de caridad de las que el artículo habla; las personas ven esto como actos de buena fé y lo comparan con el mal manejo que los gobiernos europeos le han dado a la  inmigración, hasta que finalmente se dejan convencer de que los preceptos identitarios tienen buenas bases y pueden funcionar.


   Parece que no ha sido suficiente para el ser humano todo lo que la ultraderecha ha causado históricamente; no aprendemos de nuestros errores del pasado. Somos torpes, extremadamente torpes a la hora de elegir a los que se supone que deben representar nuestros intereses, velar por nuestros derechos, proteger nuestra integridad. El problema es que siempre elegimos mal, tanto a políticos de derecha como de izquierda; por esto es tan preocupante este incremento del apoyo a la ultraderecha. Mientras los políticos que nos gobiernan roban, la ultraderecha prepara todo su arsenal y todos sus argumentos de “sentido común” para acercarse cada vez más al poder.


    Además, si los políticos no actúan de manera democrática y justa, no solo la inmigración va a ser un tema en el que la ultraderecha tome ventaja. Si la inmigración se hubiera regulado adecuadamente, se le hubiera invertido lo justo, se hubiera reconocido como una prioridad en la sociedad de hoy en día; la ultraderecha no habría podido crecer como lo ha hecho hasta ahora. Pero aún es más nuestra responsabilidad en esta situación, precisamente por la falta de interés a la hora de ejercer nuestros deberes democráticos y de exigir la protección de nuestros derechos inalienables.


   Solo pensar en esta nueva ultraderecha da escalofríos. Si antes era peligrosa por factores como la extrema pobreza y la desesperación popular, ahora es mucho peor. La difusión de fake news, las redes sociales, las situaciones sociopolíticas que está viviendo el entorno global, todos estos factores lamentablemente son los ideales para la gestación del embrión ultraderechista del odio y la intolerancia. La triste realidad es que los ciudadanos cada vez están más alejados de ese concepto de solidaridad; el mundo se ha vuelto una competencia por la pervivencia de cada nación, y cada vez somos más egoístas, más recelosos con nuestros recursos y nuestras naciones. A esto se le suma la capacidad camaleónica que ha adquirido este neofascismo; no acepta ser llamado extrema derecha, lo que causa aún más confusión pero también más aceptación del pueblo hacia grupos como los Identitarios. Grande es el descaro de los Identitarios al vendernos la idea del etnopluralismo como un concepto que suena bastante antisegregacionista pero que realmente es la máxima exponencia del discurso de odio y discriminación de la ultraderecha.


  Es algo contradictorio que la misma globalización haya hecho a las personas menos solidarias, pero esta es nuestra realidad. Y esta realidad la aprovecharán los grupos fascistas, y en este periodo de crisis aprovecharán para florecer todas sus ideologías. La semilla ya ha estado plantada desde principios del siglo XX, desde la Primera Guerra Mundial. Incluso desde mucho antes de todos estos acontecimientos, este discurso individualista de “Vela por tus propios intereses” “Lo primero es nuestra nación” siempre ha estado. Lo único que necesitaba la ultraderecha para renacer era la desesperación de las personas, el juicio nublado de los que piensan que la ayuda a otras naciones es un pecado que se paga muy caro, el egoísmo que por naturaleza llevamos, la ignorancia popular, la crisis económica y laboral, la utilización de los medios de forma inadecuada…


   Todo este marco sociopolítico y este crecimiento de la ultraderecha debe llamar la atención de todos los ciudadanos del mundo. Los ciudadanos de todas las naciones debemos comenzar un nuevo proceso de concientización a la hora de ejercer nuestro derecho al voto, de saber a qué clase de persona e ideología hemos votado, de saber a quién hemos colocado en el poder, a quién le hemos entregado la protección de nuestros derechos. Sino comenzamos a tomar las riendas de la democracia, la propagación masiva de estas ideologías extremistas se dará mucho más rápido, y sin darnos cuenta volveremos a dictaduras y represión.

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